domingo, 28 de diciembre de 2008

Semitismo Psicológico de Occidente.

Hipotético lector de lagartos extrauniverses, aprovechamos para seguir posteando algo de la magnífica obra de Otto Rahn, asi esclerecemos eso del "racismo" que nos achacan los rojos y los judios; No es el racismo biológico, sino el RACISMO PSICOLÓGICO, el único y verdadero, y de ese si, pueden achacarnos, pues nunca aceptaremos mentirosos, malidicentes, cobardes, comerciantes usureros y completamente amorales, incontinenetes hedonistas, capitalizadores de sentido, POBRES DE ESPÍRITU, es decir, judios psicológicos, entre nosotros, que solo VENERAMOS LO ARIO, la arista noble de la sangre.

"San Agustín perteneció tan poco a la corte de Lucifer como Ambrosio. Sin embargo, debo informar sobre él. Agustín nació en Numidia, de madre cristiana y de ascendencia púnico-africana. Su padre era pagano y semita. Fue a la escuela de una ciudad que no quedaba lejos de la esfera de los nómadas. Con dieciséis años "era, como el mismo Agustín lo contó, un joven apuesto, por lo que el padre se complacía junto al joven en el baño, y, preparado como siriopúnico de pura cepa, ya pensaba en nietos". Dos años después, el padre se arrepentía de su deseo, porque Agustín trajo al mundo un nieto ilegítimo. Fue llamado Adeodat, que significa "dado por Dios". Durante trece años vivió Agustín con la madre de su hijo en concubinato.

Entonces Agustín se dedicó por un tiempo al maniqueísmo. Sus discusiones con uno de los más afamados maniqueos de aquella época, un hombre de nombre Fausto, las dejó registradas de una manera muy poco noble en el escrito Contra Faustum (Contra Fausto).

Odiaba rabiosamente el maniqueísmo. Un día Agustín decidió trasladarse a Roma. No permaneció mucho tiempo en esta ciudad, que se autodenomina eterna, sino que atendiendo a su vocación ejerció de profesor de retórica en Milán. Aquí repudió a la mujer con la que había convivido por tanto tiempo y que le había dado un hijo. Creyó que debía contraer matrimonio concordante con su posición social. La madre de su hijo regresó abatida al norte de África, donde "transcurrió el resto de su vida soltera en una comunidad cristiana". Muy pronto halló él "una mujer adecuada que satisfizo sus requerimientos carnales y sus ambiciosos objetivos". Pero, por alguna razón, el matrimonio se aplazó hasta dos años más tarde.

En el ínterin, Agustín tomó para sí una querida. Al ir aproximándose la fecha del casamiento echó de la casa a esta mujer y no contrajo matrimonio con la novia.

Porque en este entretanto se había convertido al cristianismo católico y había hecho
votos de castidad ante Dios y la Iglesia. Verdad es que en los años posteriores dijo que las prostitutas son una parte constitutiva de la sociedad humana tal como los verdugos, a pesar de que para él la palabra del apóstol Pablo había pasado a ser regla de conducta: no tiendas a la comida y a la bebida, ni a la alcoba y la lascivia, ni a la discordia y la envidia, sino al Señor Jesús Cristo y espera del cuerpo, por lo tanto, que no sea lascivo.

"No seguí leyendo -comenta Agustín-, no era en realidad necesario, porque justo al finalizar esta palabra se hizo la luz de la paz en mi corazón y huyó de mi la noche de la duda". Con su hijo Adeodat, al cual, como acostumbraba decir, "había engendrado en pecado", se hizo bautizar por Ambrosio. Un año después el hijo murió.

Él mismo se marchó de este mundo el año 430, mientras el gran rey vándalo Genserico ponía cerco a la ciudad donde Agustín fue obispo por última vez, la ciudad norteafricana de Hipona. Dentro de sus murallas yacía moribundo un semita y obispo que posteriormente fue canonizado como Padre de la Iglesia. Un rey germano asaltó las murallas. El semita continuó triunfando en Cuánto que, en los tiempos futuros, todos los papas, casi todos los curas y algunos emperadores romanos de la nación alemana, ante todo Carlos el Franco, han utilizado, junto a la Biblia como eficaz martillo, la obra más significativa de Agustín, Civitas Dei (La ciudad de Dios), para volver a forjar occidente en el senado semítico. Casi lo lograron. Pese a todo, debemos abrigar la esperanza de que Europa algún día se limpiará de toda mitología judía..."