martes, 1 de julio de 2008

Hacia los Fundamentos para el Despertar.

5. DE LA KAMARDERÍA.

Hemos llegado al fin a uno de los puntos mas importantes de estos contenidos, porque la virtud de una falange, su piedra angular, es la camaradería. Pero vamos a utilizar un arma legada por nuestro ancestro y resignaremos la palabra con una “K”, entonces hablaremos de Kamaradería.

Este no es un tema para tratarse en estos fundamentos, pero la RE-SIGNACIÓN es fundamental, así que haremos algunas aclaraciones.

Ya dijimos párrafos arriba, que el mundo creado fue designado por los primeros hombres y mujeres en un origen remoto, que se pierde en la noche de los tiempos. Así que cada objeto externo, animado o inanimado tiene su contraparte metafísica como idea, signo, imagen, en nuestro cerebro. Mentado con sentido se torna tangible y da realidad a nuestro mundo externo.

Bien, nosotros hemos heredado la lengua castellana, que a su vez ha heredado signos, letras, de otros alfabetos, como los alfabetos rúnicos de los godos. La “K” esta presente en la lengua castellana, pero también en las lenguas quechuas y aymaras. Esto quiere decir que por tradición simbólica, debemos utilizar, dar uso, a los signos ancestrales. Aquí esta una prueba simbólica de que altoperuanos y nórdicos compartimos una hermandad sanguínea.

La “K” como parte del nombre, del símbolo que sostiene nuestra mística andina esta contenida en el ideograma-potencia “Wirakocha”, esto nos da además otra clave simbólica, pues la letra “W” es original de los alfabetos rúnicos nórdicos, por lo que no podemos mas que admitir que tanto el Quechua como el Aymará fueron resignados con letras rúnicas legadas por el ancestro común a ambos pueblos.

Bien, hecho el paréntesis, continuaremos con nuestro desarrollo argumental para captar el verdadero sentido de Kamaradería.

La Kamaradería no es amistad. Con esto queremos significar que la misma no está sostenida por el arquetipo, paradigma, concepto: AMOR, sino mas bien, por el concepto, potencia, ideograma: HONOR.

Son Kamaradas quienes se han vinculado carismáticamente con el espíritu y expresan las virtudes del Honor y la Lealtad mas allá de cualquier determinación almica, anímica, emocional, racional, etc.

Vamos a utilizar una analogía basada en fundamentos históricos para tratar de explicar esto.

Tal vez la única forma de indducir el SENTIDO del Honor es a través de analogìas, veamos la historìa de un par de gestas militares. Hablemos de la GUERRA.

En la Batalla por el Alcázar de Toledo durante la guerra civil española, se produjo un hecho que puede ayudarnos a dilucidar el sentido del Honor. El Alcázar estaba sitiado, llevaba resistiendo el asalto de las fuerzas republicanas (Comunistas) abrumadoramente superiores. El Comandante de la plaza recibió inesperadamente una llamada telefónica. Su hijo había sido capturado por los sitiadores y exigían la inmediata rendición del Alcázar a cambio de su vida y lo pusieron al teléfono. Este le dijo que iba a ser fusilado en el acto si no rendía la plaza. El Comandante respondió: “Hijo, cuando llegue el momento muere gritando: ¡Viva España!”

Analicemos: ¿El Comandante actuó con Amor o con Honor?

Antes de responder, reflexionemos. Si Yo Amo a mi hijo, sostengo el arquetipo Amor como fundamento. No se puede dejar de amar. Pero si en la paradoja resultante de enfrentar el amor que tengo por un hijo con el sentido colectivo del deber de luchar hasta el final por el ideal de la Falange, asumo el amor dejando de lado el deber, actualizo en mi psique, o mejor dicho, en mi sangre, varios símbolos que dinamizan el arquetipo amor en mí. Me dejo abarcar por el sentimentalismo resultante: cariño, compañía, calidez, paz, caridad, compasión, no egoísmo, etc. Cedo ante el símbolo complejo del Amor y entrego la plaza.

Si por el contrario, ante la paradoja irreductible que surge del enfrentamiento entre símbolos complejos totalmente antagónicos, prevalece mi deber de sostener la plaza a toda costa para que triunfe una mística colectiva, actualizo en mi psique, en mi sangre, símbolos como el desprendimiento, el egoísmo heroico, el sacrificio de lo cálido, de lo sentimental, de lo caritativo, compasivo, y amoroso para manifestar así HONOR, LEALTAD, y VALOR ABSOLUTOS ante lo inevitable: Anteponer el sentido del HONOR al AMOR, ya que la LIBERTAD, EL ESPÍRITU, LA GLORIA son fundamentos de mi SER. NADA PUEDE DETERMINARME. NUNCA ME RENDIRÉ POR LEALTAD A MIS KAMARADAS.

Habré impuesto mi individualidad por sobre el comunismo álmico que se expresa a través del temor a la pérdida, a la muerte, a lo frío, a la soledad, a lo guerrero. AL IMPONERME A LO ANÍMICO, HE SENTIDO HONOR.

Para hablar de algo mas nuestro, en Boquerón, durante la Guerra del Chaco, la plaza cae después de haber resistido casi seis semanas a un asedio de fuerzas muy superiores, sin provisiones, pasando hambre y penuria. Inexplicablemente es un desastre militar para el Paraguay, pues 600 defensores han ocasionado mas de 15.000 bajas. Los prisioneros bolivianos son llevados a Asunción, las masas los esperaban con piedras y armas blancas de todo tipo para vengar la muerte de sus hijos en el campo de batalla. Pero el Egrégoro álmico colectivo que buscaba expiar su pena matando al héroe caído, desaparece ante la sangre pura colectiva que ve en los bolivianos desnutridos, heridos, languidesientes, pero vivos, tremendamente vivos por la proeza de resistir lo que muchos ejércitos no han resistido, el Hombre Verdadero que hay detrás de cada individuo que ha sido enaltecido por el heroísmo. ¡No!, ya no importa que fueran bolivianos, ellos ven a sus propios hijos, a sus propios Kamaradas y dejando caer las piedras, los reciben con lágrimas en los ojos, curando sus heridas, dándoles de comer y beber. Que glorioso momento para estos valientes guerreros y Kamaradas: soldados bolivianos en los brazos de madres paraguayas.

El amor, que impelía a esas madres a cobrar la sangre de sus hijos, es sobrepasado por el Honor colectivo de un pueblo que ha tenido el valor de mirar mas allá del velo de la ilusión engañadora, para rendir tributo al Héroe, a su sangre, a su valor. En fin, a su HONOR.

¡VIVA AL HONOR Y LA SANGRE!
¡VIVA AL ESPÍRITU!